Como todos sabemos, las caricaturas son retratos en clave de humor donde se exageran los rasgos más característicos de las personas. Dependiendo de quién las dibuje, dos caricaturas de una misma persona pueden ser totalmente diferentes, ya que el estilo del dibujante (con trazos sencillos, manga, etc.) y qué rasgos y cuánto se exageran (es algo subjetivo) no son algo estándar.
La mayoría de los trabajos hechos hasta la fecha en caricaturización automática siguen un esquema muy similar. Una vez detectados los rasgos de la cara se comparan con lo que se puede considerar con una cara media, que se tomará como estándar. De esta comparación se extraen aquellos rasgos más significativos de la persona caricaturizada, y se exageran deformando la fotografía para lograr así el efecto de caricaturización. Para que la caricatura parezca un dibujo en lugar de una fotografía deformada, es muy común aplicar algoritmos de detección de bordes, con los que la imagen se convierte en una especie de dibujo a trazos.
El mayor problema de estos métodos es que no siguen un estilo particular de un dibujante, no se les ha «enseñado» cómo debe realizar la caricatura. Como hemos visto antes, a la hora de imitar un estilo debemos fijarnos principalmente en dos cosas: el estilo del dibujo y la forma de exagerar los rasgos. Para hacer esto se debe contar con un conjunto de fotografías y sus correspondientes caricaturas en las que se han localizado los rasgos faciales. Mediante algoritmos de aprendizaje automático, el sistema aprende cómo transforma el dibujante cada uno de los rasgos. Esto resuelve el problema de decidir qué rasgos exagerar y cómo exagerarlos, pero falta imitar el estilo de dibujo. Para ello, se utilizan recortes de las caricaturas ya, seleccionando para cada rasgo el parche más adecuado y deformándolo para que se ajuste a lo aprendido, y obtener la caricatura como si se tratase de un collage .
Aunque en un campo tan creativo el aprendizaje automático el resultado de una caricaturización automática nunca podrá ser comparable a una caricatura realizada por un dibujante, sí que es útil para ciertas aplicaciones. En Gradiant estamos trabajando en un proyecto de personalización automática para libros infantiles. La motivación de este proyecto es introducir la cara del niño en las ilustraciones sin romper la estética, manteniendo un estilo uniforme y permitiendo que se pueda hacer de forma rápida y automática. Esto hace que la personalización vaya un paso más allá, logrado que el niño esté totalmente integrado en el libro.