En un mundo globalizado y donde la información se encuentra a golpe de clic, se hace incomprensible que en algunas zonas del mundo el hambre siga matando a miles de personas cada día. El desconocimiento y la ignorancia han dejado de ser una excusa hace ya varios años y ahora se vuelve una obligación moral de todas las entidades del mundo tomar cartas para acabar con esta lacra. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados por Naciones Unidas hace ya más de cinco años, colocan el reto de acabar con el hambre como la segunda prioridad de su lista, tras la lucha contra la pobreza.
En este sentido, se hace imprescindible que todo tipo de entidades aporten su granito de arena a esta causa. En este sentido, la tecnología puede jugar un papel fundamental, por ejemplo, en la optimización de la explotación agrícola, facilitando la producción de alimentos y, consecuentemente, rebajando su precio, haciendo la comida más accesible a todo tipo de bolsillos.
En Gradiant somos conscientes de las múltiples aplicaciones de las TIC al sector agroalimentario y sabemos las ventajas económicas y humanitarias que puede traer la correcta utilización de la tecnología en algunos sectores clave.
Mejorar la producción
Hace ya varios años que nos dimos cuenta de que el sector ganadero apenas había cambiado en las últimas décadas. Hemos visto cómo los ganaderos gallegos estaban desperdiciando la oportunidad de optimizar su producción, de tomar mejores decisiones y de mejorar el cuidado de sus animales, todo, por la carencia tecnológica de sus explotaciones. Entonces se empezaron a desarrollar herramientas para implementar el llamado ‘SmatFarming’, que no es otra cosa que introducir las soluciones tecnológicas que ya han incorporado muchas empresas en el sector agroalimentario.
Uno de los casos más claros y exitosos fue la implementación del sistema CattleCare en las explotaciones lácteas. Este sistema utiliza tecnología como el Data Analytics y el IoT para hacer un seguimiento de las cabezas de ganado. Además permite monitorizar a los animales e identificar qué tipo de actividad están realizando, para más tarde compararlos con su producción de leche y de esta forma hallar el equilibrio necesario para conseguir la mayor productividad posible.
Así, los granjeros pudieron equilibrar factores como el tiempo de ejercicio, la alimentación o el ambiente en el que sus cabezas de ganado pasaban las horas, logrando mejorar sustancialmente la producción de su explotación.